Semana de dolores: antes de partir

ImageAy, ¡qué semana de locos estoy pasando! Es un jaleo, estoy saltando de una cosa a otra con el ansia de terminarlas todas antes de que me vaya. Y como siempre me he puesto objetivos demasiado altos, para no decir fantásticos, para que pueda cumplir con todos ellos y quedarme satisfecho.

Esta vez siento que voy a emprender el viaje con un pequeño residuo de estés, pero no es mucha molestia dado que en el espacio de 24 horas, allá en Grecia, se me va a quitar todo y voy a experimentar la libertad de viajar.

Vamos a ver, para empezar el lunes: reunión en Milán con el jefe. Yo a Milán voy de preferencia en tren. No, miento: voy siempre en tren porque puedo leer un rato, no me canso y me gusta. Pero él no, no se digna a cogerlo, demasiado proletario. Tenenos que ir en coche, por lo demas, ¿no es por eso que tiene el chofer? Así salimos con una lluvia que cae a cántaros y recién entrados en la autopista, nos paramos en un atasco. Charlo un poco con mi otra compañera que viaja con nosotros para engañar el tiempo. Pero avanzamos tan despacio que pronto me pongo nervioso, trato de leer pero me da dolor de cabeza y hasta nausea, no aguanto más el olor de las tapicerias del coche, que será de lo más lujoso pero huele mal. Dos horas desperdiciadas en el viaje más estupido, hacia el destino más aburrido que pueda ser, para participar en una reunión de que me importa un pimiento.

Por la noche hay que ir a casa de Vilma (visita de cortesía que hemos esquivado durante bastante tiempo pero ahora yo y Silvia estamos decididos a ser buenos). Lo tengo todo diabolicamente claro: un saludín y después vuelvo para las 21.50 para ver el nuevo capítulo de la serie a la que estoy tan aficionado. Pero por último escrúpulo antes de salir de casa predispongo el aparato para grabar, dando instrucciones a mi madre para que encienda el viderrregistrador por si acaso no regreso a tiempo. Menos mal que pienso en esta opurtunidad que nos da la tecnología de hoy porque hablando y charlando (y fumando la shisha) se me hace bastante tarde y no vuelvo a pisar el suelo de mi casa sino cuando el episodio está a punto de terminar. Pero ¡tranquilo! Está todo grabado… Muy bien, me pongo cómodo en mi pijama, rebobino el casete y enciendo: una pantalla de garabatos negos y grises. Avanzo unos minutos: aún peor. Averiguo los cables: parecen estar en su sitio. No, mirando mejor, están enchufados confundidos: él la salida en el sitio del de entrada. ¡Mierda!, hijo de puta de videorregistrador: siempre que quiero grabar algo, me pone trabas y me gasta bromitas por el estilo. Te juro que un día voy a estallarte contra una pared para tener la suma satisfacción de ver tu tripa de cables y hilos al aire. Y me reíré: claro, un equipo tan estupido no merece ninguna compasión. Me voy a la cama tragando mi rabia.

Martes: en la oficina trato de concluir diversas cosillas siempre corriendo. Después, sin haber tenido el mínimo tiempo de prepararme y ordenar mis ideas, me precipito en moto a la rueda de prensa de presentación de la feria del libro que van a inaugurar dentro de pocos días. No digo mucho, algunas frases de circumstancia para llenar el vacío, pero quedo bien. Las cosas menos preparadas siempre salen mejor.

Me envia un mensaje Clara, “¿Quieres tomar un café conmigo?”, por supuesto, corazón: faltaba sólo eso en mi agenda – grande sonrisa. Como no he tenido ni el tiempo de comer como Dios manda porque debo irme a clase de traducción en la universitad, me encanta de verdad tener que tirar ese cuarto de hora tan precioso. Y el cuarto de hora que había previsto se hace casi media hora porque la señorita quiere helado sentada en la terraza del bar.

Después de la lección, envio un mensaje a Cristian: ¿Nos vemos esta noche para tomar una copa? Me siento un poco culpable por haberlo desatenido casi completamente. Voy a recuperar antes de que me marche, despidiendome y dedicandonos un poco de tiempo. Me envia un mensaje de otro teléfono y me dice que lo llame. Resulta que no tiene crédito (ni pasta), pero va a salir. Con qué va a pagar la consumición en el bar, no tengo ni idea. Me llama Gisella (Super Gi), Quiero ir yo también, ¿Adónde vais?. Y yo: Nos vemos a las 9 delante de la iglesia. Trato hecho.

Voy a la cita. Saco el teléfono del bolsillo y leo el mensaje: “Por urgentes problemas familiares esta noche no puedo estar con vosotros. Super Gi”. Le contesto: “Lo ves que eres una rosquilla (dado que ella me llama tortilla, hoy me vengo). Mañana no nos vemos sino te espolvoreo con azucar glasé”.

Mientras tanto son las nueve y diez, nueve y cuarto y de Cristian ni rastro. Doy una vueltecita en bici, vuelvo. Nueve y veinte: no han llegado todavía, pero no estoy en plan de esperar; ya de costumbre soy así y hoy aún más con la novela que se me saltó ayer. Si no han llegado puntuales (y no es la primera vez), no soy yo quien va a esperarlos. Venga, me marcho, de todas formas no tenía el humor adecuado esta noche.

En mi casa sigo leyendo el libro que me he propuesto terminar antes de sabado. Sólo 80 páginas, no es tanto un maratón en comparación con el resto de la semana. Es que Saramago es un hueso bastante duro. Y los otros dos libros que he empezado y que hubiera querido también terminar, no sé… no voy a poder, humana y racionalmente hablando. Sobre todo el de Gibrán, que estando escrito en árabe me cuesta un poquitín más leerlo con rapidez, por no decir del tema del que trata que es bastante contemplativo, más que narrativo.Image

Sueño con llevarmelo en el viaje y esta fantasía perversa me deja por un instante en paz con mi mismo porque, me digo, así no voy a perder la practica que tanto me costó adquirir. Pero, ¿no será una enesima utopía pretender leer un libro que requiere concentración cuando menos uno se dispone a ella? Creo que me contentaré con llevarme una copia de “Al 3arabiyy”, número de enero de milnovecientos-“no sé desde cuánto te tengo en el cajón y no te he leido nunca, pero tienes en tu cubierta la foto de el Rantisi, que mataron los israelies hace poco”. Número historico, entonces. Ojalá me anime a leerte en Grecia de vez en cuando.

En lo que me queda de la semana, no sé exactamente que voy a hacer pero una cosa la tengo clara: han retomado la serie Cuéntame cómo pasó y el jueves voy a estar pegado a la tele, pero sobre todo estaré ocupado elaborando un plan de grabaciones durante mi ausencia que excluya errores tecnicos y pueda depender de un elemento humano fiable (gran problema…). Ni la Nasa lo ha conseguido, figurémonos yo.

Y la tensión nerviosa sube. La mido a través señas concretas que son los efectos de la ansiedad. Esta noche he dormido mal y poco. Me estaba revolviendo en la cama desde un rato cuando miré el despertador que marcaba las 3:40. Después seguí un poco más bajo las mantas, pero pronto perdí la paciencia y me puse a ver un telediario de Al Jazeera, luego el final de una peli argelina, y dos documentales sobre animales de la savana. Y un clip de la hermosa canción de Majda Er-roumi Kun sadiqi. ¡Qué vocecita, la tía! El telediario anunciaba el atentado de Riad en Arabia Saudí, donde a sido golpeado un edificio público y no sé a cuanto asciende la cuenta de los heridos y de los muertos.

Pienso que lo del terrorismo islamico es un gran problema para todos, occidentales y mismisimos orientales, cristianos y musulmanes. Sobre todo para estos últimos, porque por mucho que nos vuelvan a repetir que el Islam no enseña la violencia, estos fenómenos representan por lo menos una degeneración de aquél y estando bajo los ojos de todos y afectandonos moral si no materialmente, exigen que tomemos una posición y les demos una interpretación. La palabra clave de los medios de comunicación hoy en día es tolerancia y se subraya mucho que es preciso diferenciar entre terrorismo y Islam. Es innegable que el terrorismo no coincide con el Islam, pero a mi modo de ver las cosas no debemos olvidar que se trata de un subproducto suyo. La postura de los musulmanes hacia el terrorismo es sin duda muy violenta, como de algo que vuelca un orden establecido de valores ligados a la religión que su educación les hace percibir como tan absolutos. Posiblemente sea a raíz de este brutal golpe que la reacción de los musulmanes se colora de tintas tan radicales. Pero, ¿no debieríamos hablar más del soporte ideologico o simplemente de opinión pública árabe en favor del enfrentamiento entre nuestras respectivas culturas, de la actidud tan difundida entre los jovenes árabes que tiende a justificar la violencia antes que condenarla, del desprecio ideologico y de la desaprobación del occidente por principio, de la exaltación y de la acriticidad de su propria cultura y sobre todo religión que viene percibida y enseñada como antagonista a la nuestra, en vez de paralela o complementar? Y si los detractores del cristianismo aman tanto remover cuestiones como la Inquisición que indudablemente representa una grande mancha en la conciencia de la Iglesia, creo que se debiera profundizar más el tema del oscurantismo islamico y de su relación con la violencia.Image

Me he preguntado muchas veces por qué la mayoría de los árabes que vienen a nuestros países para trabajar no se abren por curiosidad intelectual a descubrir cosas de nuestra cultura y religión. ¿Es demasiado exigir de una clase de trabajadores más o menos incultos, posiblemente? Sin embargo, en Siria encontré a bastante gente que pese al panorama multicultural de aquella tierra, no tenía la mínima idea de que consiste ser miembro de una determinada confesión: indiferencia total. ¿Por qué somos sólo nosotros quienes tenemos que estudiar (y eso lo hago por delecto, con mucho interés y grande pasión), pero tenemos que escuchar opiniones sobre nuestra civilización, respectabilisimas, por supuesto, como cada opinión, pero dictada por ingnorancia de hechos basilares?

Ayer salí con las compañeras de mi primer curso de árabe, que no era más que de aficionados pero me sirvió de trampolín de lanzamiento. Me hace siempre mucha gracia salir con ellas, son mujeres interesantes, comprometidas en varias actividades, cada una con su historia de vida, con muchos intereses, de los cuales pero uno nos une a todos. Fuimos a comer kebab curdo, en un local recien abierto. Buenos los dulces, de estilo oriental, pero nada indigestos como pasa a menudo, por ser tan empapados en jarabe de azúcar.

Kim me escribe de Londres para preguntarme que si voy a llevar a Grecia el saco de dormir, y yo que ni siquiera sé si voy a acordarme de llevar mi cabeza… le contesto que todavia no había pensado en el tema, pero que sí lo llevaré. Y que espere un mensaje de parte mía el domingo para saber en que albergue destartalado he decidido esperarla. Estoy seguro que, por más sórdida que pueda ser la barraca, nunca va a parecerle en cuanto a fealdad, al sitio en que me esperaba ella cuando nos juntamos en Esmirne en Turquía hace cuatro años. Y eso que tuvo que quedarse allí un día y medio porque decidí llegar a Estambul en vez de Esmirne aprovechando de un vuelo menos caro. Yo habría pasado todo el tiempo fuera de esa ratonera.

Este viaje lo comparo mucho con el a Turquia. Lo hicimos en el mismo periodo, durante las celebraciones de Anzac Day en el que conmemoran los australianos los caídos de la primera guerra mondial que combatían en las tropas ingleses contra los otomanos. Total: un perfecto pretexto para los australianos que se encuentran viajando en Oriente Medio para juntarse todos en un sitio y montar la más grande juerga alcólica al aire libre. Si los caídos por la patria tuvieran ojos para ver, les daría un síncope y volverían a morir de manera aún más violenta.

También se parecen los destinos: Grecia y Turquía, pese al odio que separa sus habitantes, son similares por muchas razones, entre ellas la cocina. No sé si voy a encontrar, en cambio, los vendedores ambulantes de pipas y fruta seca con sus carros en las calles que iban llenando cucuruchos de papel. ¡Me gustaban tanto y eran tan baratos!

Jueves: anulo la cita con Paolo y Cristina que van a viajar ellos también el sabado (a Andalucía) y tendrán que pensar en los equipajes más bien que en la peli en inglés que vemos siempre los jueves. No anulo en cambio la piscina con Super Gi. Es demasiado divertido entrenarse con ella tomándonos el pelo todo el rato. Hago unos 60 largos de estilos mixtos y también unos de mariposa completa después de haberme entrenado a hacer los movimientos separados. Está hoy también el hipopotamo de la semana pasada que nada a la velocidad de un caracol, salpicando agua por todas partes y no parando nunca para descansar, justo para que se encuente siempre entre los pies de los nadadores. Cuidadosamente evitamos su presencia algo incomoda escogiendo otro carril. Después, Super Gi me pide que le corte el pelo atrás con la esquiladora, como le hice la última vez. Tiene mucho animo, la tía... yo no, en cambio, y rechazo su propuesta de servirle de cobaya.

Hasta aquí ningun problema. He llegado al viernes ileso y listo para emprender la aventura griega. Una cosa me da pena, que no he tenido todavía el animo de presentar la solicitud de excedencia para los meses de julio y agosto para irme a Siria. La demanda está ya preparada, y solo me falta ir al jefe y decirle rotundamente que me marcharé. Y lo voy a hacer tan pronto como llegue de Grecia, porque la solicitud tiene que entregarse almenos 60 días antes de la salida y el 9 de mayo quiere decir que la excedencia será a partir del 9 de julio. Tendé que añadir algunos días de vacaciones para salir cuando empiece el curso en la universidad. 

¿Por qué no entregué la solicitud? Vete a saber. Quizas por cierto miedo a la reacción del jefe; no sé cómo irá a tomarla, pero igual no le importa un pepino o incluso le hace gracia porque tiene un hijo que se licenció en filosofía, por lo que me parece, después de estudiar persiano y pasó un año en Tajikistan para estudiar la musica autóctona. ¡Qué va! Como mucho me hará la broma y insinuará que en realidad no me interesa tanto estudiar árabe de por sí, sino estar con alguna chica árabe que habré conocido en uno de mis frecuentes viajes a esos países.

Bien, la mochila está lista y mañana me voy. Cuántas veces he salido y cuántas he regresado. Cada vez con algo más. Espero esta vez también: algo nuevo o algo conocido, visto de otra perspectiva, algo que nos viene de la antiguedad o algo de un país diferente. Un encuentro, una voz, una sonrisa, la tristeza; la presencia del hombre, esté donde esté, que vive como yo, como tú, yendo hacia donde no sabemos, ni por qué, pero aquí en esta tierra...